Helisut Córdova J.
En los últimos semanas, el tema de la imposición de nuevos impuestos en el sistema tributario mexicano, ha sido la sido la constante en las conversaciones de los políticos, religiosos y de los simples ciudadanos comunes.
El dilema se ha centrado en aceptar o no el pago de nuevos impuestos, mas no en la viabilidad o no de estos, en un sistema que desde hace mucho tiempo a dejado ver su incapacidad en la recaudación.
La verdadera discusión tampoco ha sido centrada en el fondo real ni el contenido práctico del asunto. La creación de nuevos impuestos solo ha servido como temática para que diputados, senadores, gobernadores y lidercillos, traten de sacer raja política.
Es una realidad que la creación de nuevos impuestos jamás será bien visto, sin embargo siempre es aceptado por la misma calidad de este.
El problema para México, es que hoy se quieren tomar soluciones reales, cuando los problemas financieros ya han causado estragos y jamás se tomó la previsión durante la bonanza. Hoy queremos resolver de tajo un mal financiero que nos aviso con tiempo, pero que por miedo al costo político, jamás se optó' por una reforma fiscal verdadera.
Todos los países con mejor desarrollo en el mundo, son los que más impuestos cobran, ahí está Bélgica con su impuesto de 28 por ciento al consumo y su impuesto de sociedad que es el más alto de toda Europa, Canadá con su impuesto general del 5 por ciento a todos los productos y el 20 por ciento al salario.
En el mundo entero la forma en que se imponen los impuestos es lo que define la factibilidad de los mismos, hay que recordar que en México, es más fácil evadir el gravamen que pagarlo, la razón es simple, en la república mexicana el sistema de recaudación es demasiado engorroso.
El impuesto del 2 por ciento general, es factible, pero no en las actuales condiciones, si este mismo se hubiese gravado cuando México gozaba de bonanza petrolera, cuando no había crisis mundial, hoy los mexicanos gozarían de finanzas más sanas al igual que los países que tomaron la medida a tiempo.
Hoy en un país donde hay más pobres que ricos, es difícil pensar en pagar más, pues no se puede quitarle el pan a alguien que ya no tiene tortillas, sin embargo, esto apunta que será un mal necesario para no dejarlos morir o matarlos anticipadamente.
Los políticos no han entendido que cualquier ser humano puede vivir, sin techo, sin educación y hasta sin comida, pero no puede vivir sin esperanza.
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